lunes, 28 de enero de 2013

Estrellas para mi cocina

Un día me inspiré y empecé a armar el tapiz de mi cocina.
El primer paso fue decidir el orden de los colores, plantear un esquema. Así los azules y verdes fueron a la base, para subir a los amarillos y llegar a los naranjas y rojos.


Cada cuadrado de color tenía abajo todas las piezas necesarias para armar una estrella. Ahí estaban las telas que me había regalado mi mamá, las que me cosieron mis alumnas y las que fui agregando hasta llegar a la cantidad que necesitaba.

En la base de la foto están mis pies y no es un error fotográfico. Es para que tengan relación de tamaños una vez que tooodas las estrellas estén desplegadas.

Antes de trabajar con las telas dibujé un borrador en la computadora, porque la dirección de las puntas de las estrellas tiene su ritmo. No quería perder tiempo dando vuelta telas para un lado y para el otro. La idea dio resultado.


Empecé a desplegar las estrellas, respetando la ubicación del mosaico original en la medida que me era posible.
 

Tantas veces me quejo de mi living sin muebles pero esta vez fue una bendición!!
Las telas ocupaban cada vez más lugar.

 
Cuando todas las estrellas estuvieron dispuestas, faltaban completar los espacios de los bordes donde solo iban puntas. Algunas piezas sobraron de estrellas que utilicé parcialmente y a otras las seleccioné, corté y cosí durante el proceso de armado.
 
 
Cuando todas las estrellas estuvieron armadas le dí la bienvenida a mi natural obsesión y empecé a trocar ubicaciones. Sé que es un estilo "scrappy" pero no puedo con mi genio!! No duermo bien si dos telas puntillé se unen, si dos naranjas de igual valor están uno al lado del otro o si esa tela que tanto me gusta no luce espectacular en la ubicación asignada!!
 

Ahora sí, a coser!!
Como el trabajo no tenía un módulo mínimo, lo inventé.
Dividí columnas y cada columna, a la mitad. Montaba los segmentos sobre pañolenci para poder transportarlos al lugar de trabajo.


En la cocina dispuse la tabla de planchar como auxiliar de la mesa de costura. Cosía, planchaba, volvía a coser y planchaba otra vez.

 
Las medias columnas se unían entre sí hasta que formé seis. 
  
 

¿Ven mis pies? ¿Ven como cambió el tamaño?
Uní todas las columnas y terminé la parte superior del trabajo.
Es una belleza, es un romance que continúa intacto. Este amor empezó cuando ví el trabajo en internet y en cada etapa crece un poco más.

 
Ahora falta otra etapa pero es un trabajo que tiene que leudar, como las masas con levadura.
Tiene que descansar mi cabeza, dejarme terminar otros trabajos. Un día de estos lo saco de su bolsa, lo plancho, armo el sandwich y empiezo a acolchar.
Ya les voy a avisar.
 
Besos a todas y a divertirse cosiendo, Marina
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